Aquella noche fue larga y diferente,
regida por una brillante luna llena alumbradora de prodigios. Dos jóvenes
apocados tiritan la calidez de Agosto, caminan abrazados, temerosos, buscando
poner rostro a una ilusión.
Horas exhaustas, eternidad de segundos
que encogen el alma. Ya entraba la tarde cuando saliste a la vida. Preciosa, y
vivaz, pelo azabache que rompía de
punta, ojos limpios y conmovedores y unos pulmones vibrantes que rompieron el
silencio.
Tu madre te lloraba de alegría, yo
también.
Hoy, cumples 25 años y toda tu vida por
vivir. Mi deseo en este día: Que nunca nada, nadie, te cambie esa mirada
fresca, esa mirada que un día vino a nosotros cargada de asombro y ternura, esa
mirada que un día me enamoró, esa mirada que llevas dentro y que solo a ti te pertenece. Tu mirada, Irene.
Feliz cumpleaños, mi niña.
Feliz cumpleaños, mi niña.